Conocerte y creer en ti: así puedes empoderarte a ti misma

Vamos a continuar hablando sobre el empoderamiento, pues como sabes este es el tema de nuestra campaña 2024 que hemos titulado “Mujer: cree en tu poder”.

 

En este blog te presentamos una reflexión sobre el empoderamiento que escribió nuestra directora editorial, Mayela Sepúlveda. Ella tiene una Maestría en Humanidades y una especialidad en Análisis Existencial y Logoterapia. Esperamos que este blog sea para ti una oportunidad para hacer conciencia sobre los aspectos de tu vida que te fortalecen y te ayudan a salir adelante, y aquellos que no te ayudan y hacen que tu poder personal se debilite.

Cuando escuchas la frase empoderamiento personal, ¿en qué piensas?

 

Para empezar, me parece que en el contexto de los temas relacionados con la mujer la palabra empoderamiento se ha encasillado. Con frecuencia vemos que se le reduce a conceptos como la igualdad, los derechos de la mujer, la pobre representación de las mujeres en ciertos contextos sociales, y en el extremo de los casos, hasta con una competencia con el hombre, el deseo de superarlo o hasta de humillarlo.

 

Sin embargo, si hacemos a un lado todas estas concepciones, y analizamos la palabra empoderamiento desde otro lugar, podemos encontrar conceptos muy interesantes y útiles para la vida de la mujer.  En esta reflexión voy a abordar el empoderamiento desde lo que la psicología llama empoderamiento personal.

 

Ya en otros blogs te explicamos que empoderamiento viene de la palabra en inglés empowerment, pero hoy quiero compartirte un enfoque que nos ayudará para fines de este artículo y nos aterrizará un poco más. Según el diccionario Merriam-Webster empoderamiento significa “el acto o acción de empoderar a algo o alguien: conceder el poder, derecho o autoridad para realizar varios actos o deberes” [1]. Además, a una persona empoderada se le considera como aquella que “tiene el conocimiento, la confianza, los medios o la capacidad para hacer cosas o tomar decisiones por sí mismo” [2].

 

Es interesante que el empoderamiento como definición se plantee como algo que se concede a una persona, es decir, como si de afuera le viniera ese poder o derecho para llevar a cabo una acción. Sin embargo, es importante saber que cada persona, por sí misma tiene ese poder. Lo que sucede es que por diversas circunstancias, por su educación, creencias o experiencias difíciles —entre muchas otras razones—, a veces no es consciente de ello.  También es verdad que ese poder se va desarrollando conforme la persona va experimentando el mundo y madurando. 

 

El psicólogo estadounidense Julian Rappaport introdujo el término empowerment a la teoría de la psicología comunitaria. Para Rappaport el empowerment es más bien lo que él llama potenciación o fortalecimiento, estas dos palabras son las que se acercan más a su idea de empoderamiento [3].

 

Aunque Rappaport aborda la potenciación (o empowerment) desde la psicología comunitaria, nosotros podemos aplicarlo a la vida individual de las personas. Para este psicólogo la potenciación es “el proceso por el que las personas, organizaciones y comunidades adquieren control y dominio de sus vidas” [4]. 

 

Otros estudiosos señalan que empoderamiento tiene que ver con reconocer las fortalezas y capacidades, y con tener una actitud proactiva para el cambio. 

 

Después de este marco teórico, vamos aterrizando. ¿Qué es lo que caracteriza a una persona empoderada? A mi parecer se resume en dos aspectos: 

  1. Empoderarse es conocerse
  2. Empoderarse es creer en uno mismo y con esa confianza dar pasos para construir la propia vida. 



Empoderarse es conocerse

 

Esto implica: 

 

  • Conocer tus fortalezas y tus debilidades. Si uno conoce cuáles son sus fortalezas y debilidades, será mucho más fácil ir mejorando como persona. Por el contrario, si no conozco estos dos aspectos de mí mismo, iré por la vida sin aprovechar mis talentos y/o capacidades y, además, será más difícil superar mis áreas de oportunidad. 
  • Tener una buena autoestima. Se desprende del punto anterior. Al reconocer mis áreas fuertes fortalezco mi autoestima, y soy realista ante mis áreas a trabajar, pero sin enfocarme de más en estas últimas, sino más bien, intento realizar una justa valoración de mí mismo.
  • Ser responsable de la propia vida. Porque me conozco y sé cuales son mis capacidades, mis puntos débiles y mis límites, me hago responsable de mí mismo y de las decisiones y acciones que tomo o que dejo de tomar. Si yo sé que tiendo a no ser ordenada, puedo hacer algo con esto (ponerme listas de tareas, llevar una agenda, ponerme alarmas para llegar a tiempo). Pero si no me hago responsable, puedo llegar a engañarme a mí misma e ir por la vida culpando a los demás por las consecuencias de mi desorden, cuando la única responsable soy yo misma. Ser responsable implica también tomar el control de mi vida, no dejar que otros decidan por mí lo que es mi responsabilidad decidir. 
  • Ser consciente de que mi aportación es única. A este concepto en logoterapia se le llama “unicidad”, que significa que cada ser humano es único e irrepetible. Así, nadie puede hacer lo que yo hago, o quizá puede hacer la misma actividad, pero no de la forma única en que yo la hago. 



Empoderarse es creer en uno mismo y con esa confianza dar pasos para construir la propia vida. 

 

  • Creer en uno mismo. Viene de fortalecerse interiormente mediante el autoconocimiento, el cultivo de una sana autoestima, de creer que puedo superar las dificultades, de aceptarme, de valorarme, de reconocer mis logros por pequeños que sean, de creer que puedo aprender cosas nuevas y continuar desarrollándome. Implica también no autosabotearse, es decir, evitar ser yo mismo un obstáculo para lo que quiero lograr. Todo esto va construyendo la confianza en uno mismo.
  • Construir la propia vida. Quien cree en sí mismo construye su vida, se traza metas y va por ellas, no espera a que las cosas le caigan del cielo, busca las oportunidades. Como ya lo mencionamos, quien se conoce y cree en sí mismo toma el control de su vida, ante las dificultades es resiliente, evita caer en el victimismo y tiene la capacidad de volver a empezar. La vida no le pasa por delante como si fuera un espectador, él es el protagonista de su propia vida. 

 

Después de haber expuesto todas estas ideas sobre el empoderamiento, ¿qué piensas? Tal vez puedas sentir que aún te falta mucho por trabajar en ti mismo, por ser una persona empoderada. Pero recuerda que como casi todo en la vida, cultivarse y trabajar en uno mismo para ser una mejor persona conlleva un proceso. Ten paciencia contigo.

 

Empieza por conocer tus fortalezas. Te propongo el siguiente ejercicio que te ayudará a trabajar en tu autoestima.

 

  1. Haz una lista con los elogios que recuerdes que te hayan hecho a lo largo de tu vida. 
  2. Haz otra lista con las capacidades y/o fortalezas que crees que tienes.
  3. Haz una tercera lista de cosas que te hacen sentir orgulloso(a) de ti mismo(a). 

 

Después de hacer las tres listas, contesta las siguientes preguntas:

 

  1. ¿Qué tanto crees cada uno de los elogios que escribiste en la primera lista? Puedes ponerle una calificación del 1 al 5 a cada uno donde el 1 representa que no te lo crees nada, y el 5 que lo crees al 100 por ciento.
    1. ¿Qué pasaría si creyeras todos por completo? ¿Cómo serías o cómo actuarías? Visualízalo y escríbelo.
  2. ¿Qué recursos personales crees que haya detrás de cada capacidad o fortaleza? Ejemplo: si en tus fortalezas está el ser detallista con las personas, quizá es porque eres observadora y te fijas en las necesidades de los demás. Otro ejemplo: supón que en tus fortalezas escribiste que se te facilita ser amigos, detrás de esa capacidad quizá esté la la habilidad de ser empática, amena, tener facilidad de palabra, etc. 
  3. ¿Qué otras fortalezas o habilidades te gustaría cultivar? ¿Qué puedes hacer para lograrlo?
  4. Lee la lista de las cosas que te hacen sentir orgulloso(a). ¿Qué dicen de ti mismo? ¿Qué valores y habilidades encuentras de ti en cada una de ellas?

 

Termino con este texto atribuido a Goethe:


«He llegado a la conclusión aterradora de que yo soy el elemento decisivo en mi vida. Yo poseo el tremendo poder para hacer mi vida miserable o alegre. Para con otros y conmigo mismo, yo puedo ser una herramienta de tortura o un instrumento de inspiración. Es mi respuesta que decide si una crisis se escala o no. Son mis acciones las que deciden si yo me ennoblezco o me degrado, y si humanizan o deshumanizan a los demás. Yo soy el poder en mi vida.»- Johann Wolfgang von Goethe, escritor y filósofo alemán.

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