La magia del perdón no borra la herida, te abre al otro

Hay ciertas fechas del año que nos invitan a reflexionar sobre nosotros, nuestras relaciones y lo que queremos para nuestras vidas. La temporada navideña es el tiempo por excelencia para hacer estas reflexiones, si nos damos el espacio debido. Entre las compras, los regalos y los compromisos es común que terminemos agotados y con un sabor de boca de insatisfacción.

Así que si logramos hacer un alto y darnos un espacio para hacer introspección, quizás salgamos de esta temporada más dueños de nosotros mismos, conociéndonos un poco mejor, y tal vez hasta teniendo mejores relaciones con nuestros seres queridos.

Hay un tema que siempre está presente y que pocas veces sabemos recurrir a él de manera pronta: el perdón. Es propio de las personas equivocarse, somos seres que estamos llamados a la perfección, pero que tendemos al error. Así pues, la reflexión que nos gustaría hacer en este día se basa en la forma en que respondemos como mujeres a las heridas que nos han hecho y que nosotros también hemos causado en los demás.

Hablar del perdón es complicado, incluso resulta un poco incómodo. Quizás es porque son tantas las heridas, que ya suena absurdo hablar del perdón, tanto si las recibiste como si las causaste. Pero déjanos decirte algo: así como es natural para cualquier ser humano caerse, también es natural levantarse y empezar de nuevo.

Nuestro deseo es que nunca te canses de levantarte.

Las relaciones con nuestros seres queridos forman parte fundamental de quienes somos. Estamos llamados a encontrarnos en el otro, a entregarnos a los demás para descubrir nuestro llamado. Por eso el perdón es parte imprescindible en nuestras relaciones porque caer, equivocarse y herir es algo que siempre va a suceder. Lo que hacemos con estas heridas es lo verdaderamente importante.

¿Qué hacer cuando nos han lastimado? ¿Qué hacer cuando nosotras somos las que hemos fallado? Te proponemos que perdones y pidas perdón. Perdonar implica salir de uno mismo, vaciarse y olvidar los “derechos” que uno tiene, todo eso por apostarle a un bien mayor. En las relaciones interpersonales lo mejor y lo más satisfactorio es buscar el bien del otro. Porque la persona es siempre un fin en sí misma –no un medio que podemos usar según nos convenga–, por lo tanto, en nuestras relaciones, antes que sacar provecho, antes que nutrirnos y tomar algo del otro, hay que asegurarnos de procurar su bien.

Perdonar implica actuar con libertad, reconociendo el daño que nos han causado, pero renunciando al rencor y la búsqueda de venganza. Es responder al mal con bien. Es perder la batalla para ganar la guerra. Es dejar ir la oportunidad de devolver el mal que nos han causado, por salvaguardar el regalo que reconocemos en la otra persona. Perdonar implica un sacrificio, es una invitación a amar cuando no se nos ha amado del todo.

A veces resulta difícil dar el primer paso, ¿quién es el que tiene que acercarse primero? ¿El que agredió o el agredido? Podríamos decir que el que sabe querer mejor. El que sabe que en la otra persona también está su corazón, que hay parte de sí en el otro, como en él también está la otra persona. ¿Qué se busca cuando se pide perdón? Se busca al otro porque se le quiere y extraña.

Esta es la magia del perdón. El perdón no hace que olvides lo que sucedió, no es un borrón y cuenta nueva, no es tener puntos a favor cuando a ti te toque fallar. El perdón es salir al encuentro del otro y abrazar a la persona porque se le quiere por quien es, se le considera como un ser valioso. Con el perdón se desvanece todo rencor porque es el amor el que triunfa sobre la venganza, y la persona prevalece sobre la situación que ocurre.

Como mujeres tenemos que reconocer que muchas veces la persona que tenemos que perdonar y amar es en primer lugar a nosotras mismas. Es imposible ser perfectas, mantener todo en orden y seguir con la vida como si no pasara nada. Esta enorme carga solo terminará por amargarnos un poco si no logramos reconciliarnos con nosotras mismas y nuestras limitaciones. Paciencia y perdón es lo que necesitamos para seguir adelante con los retos que enfrentamos todos los días.

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