De seguro en algún momento has escuchado hablar del concepto “empoderamiento” de la mujer. Ahora bien, ¿por qué se habla de empoderar a la mujer? ¿A qué se refiere este término? ¿Qué significa? ¿De dónde surge? Y por último podríamos cuestionarnos, ¿qué implicaciones ha tenido o tiene este concepto para las mujeres? En este blog trataremos de responder estas preguntas y la postura que Un Día Por Todas tiene al respecto.
El “empoderamiento” ha contribuido a que a las mujeres se les reconozca su potencial para lograr iguales oportunidades con los hombres. Sin embargo, dicho concepto a veces se ha interpretado de una manera polarizante, que nos parece radical o equivocada, y esto ha tenido como consecuencia que se propague la idea de que el empoderamiento es que las mujeres compitan con los hombres, es decir, se ha convertido en una herramienta para confrontar en vez de un instrumento de superación.
En general, se ha definido al empoderamiento femenino como una forma de impulsar a la mujer para fortalecerla y hacer crecer sus capacidades y su potencial para mejorar su situación en todo sentido. Este concepto surgió en la Conferencia Mundial de las Mujeres en Beijing (Pekín) en 1995 para referirse entre otros puntos a la “participación en los procesos de adopción de decisiones y el acceso al poder” [1].
El empoderamiento femenino también se ha considerado como una forma de lograr la igualdad de género y alcanzar el desarrollo sostenible, de hecho, entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU, el quinto está dedicado a “lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas” [2]. Mucho se podría hablar sobre lo que abarca este objetivo, que en general son metas que favorecen a la mujer, pues establece por ejemplo, poner fin a la discriminación o violencia que ha sufrido la mujer, eliminar el matrimonio precoz o infantil, valorar el trabajo no remunerado (doméstico o de cuidados) que muchas mujeres realizan y hacer que la mujer participe en ámbitos como el político, empresarial, público.
Hasta aquí, todo nos parece muy bien, es decir, era necesario buscar herramientas para fortalecer a la mujer. A lo largo de la historia, sus necesidades no siempre habían sido cubiertas y no habían sido suficientes las oportunidades que tenía —hoy en día aún falta camino por recorrer en ese sentido, pero ya hay un avance—. Por tanto, el grueso de estas medidas parecen adecuadas. Sin embargo, no estamos de acuerdo en que este empoderamiento se convierta en una lucha contra los hombres en donde se busque a toda costa superarlos, o que el empoderamiento implique que la mujer se convierta en alguien exactamente igual al hombre, porque no lo es. Creemos que hombre y mujer son iguales en dignidad como seres humanos, pero diferentes en sus dimensiones física, emocional y social, y estas diferencias los hacen ser complementarios.
Tampoco nos parece que con el empoderamiento se relacione con el “acceso universal a la salud sexual y reproductiva”, pues lamentablemente bajo esta idea se difunde e impone el aborto. Si bien es verdad que hay una necesidad apremiante de ampliar el acceso a la salud para las mujeres —incluyendo la salud reproductiva—, el aborto no es “salud”. Al contrario. Con esta práctica mueren mujeres, las que aún están por nacer, y también muchas de las mujeres embarazadas que se someten a los riesgos de este procedimiento. Más aún, en nombre del empoderamiento femenino se ha difundido la falsa premisa de que la maternidad “esclaviza” a la mujer y la limita en su proyecto de vida. Nada más alejado de la realidad. La maternidad forma parte de la realización personal de la mujer y hoy en día existen cada vez más apoyos para que la mujer pueda desempeñarse en sus roles de madre y profesionista al mismo tiempo, si así lo decide.
En Un Día Por Todas creemos que las reflexiones a largo de los años nos han llevado a madurar el concepto de empoderamiento, de forma que ayude a la mujer a crecer en identidad y en conciencia del propio valor, y que al mismo tiempo la libere de una falsa lucha de clases entre hombres y mujeres. Esta lucha de poder más que contribuir al crecimiento en la identidad, lleva a acentuar conflictos que perjudican a la misma mujer, porque implica una posición de lucha por inferioridad.
Ya estamos en un momento en el que el tema del empoderamiento puede plantearse con más serenidad, sin caer en una dialéctica perjudicial para todos. Si bien aún falta mucho para que la mujer tenga la puerta abierta en muchos contextos, observamos que hemos dado pasos hacia generar conciencia en la sociedad de la importancia de su papel y de que tiene el mismo valor y dignidad que el hombre.
Por lo anterior UDPT quiere plantear un concepto de empoderamiento con un giro un tanto diferente al que normalmente considera el pensamiento feminista.
Creemos en un empoderamiento en el que la mujer:
- Sea primero ella misma consciente de su propio valor y dignidad, y se apropie de ellos. Al hacerlo la consecuencia natural sería que ella sea capaz de pedir un trato y respeto acordes a estos dos elementos y vivirlos plenamente en toda circunstancia.
- Brilla con luz propia y ayuda a otras mujeres a brillar, sin posicionarse en rivalidad con otras mujeres, sino más bien considerándolas como iguales y con quienes puede formar una hermandad que se basa en la solidaridad y la ayuda mutua.
- No se siente en competencia con el hombre sino a su altura, sabiendo que tiene la misma dignidad como ser humano pero características diferentes a él.
- Está consciente de sus fortalezas y debilidades, y de que sus capacidades aportan algo valioso al mundo y a su entorno.
- Abraza su vocación, sea cual sea, y trata de vivirla a plenitud, sin traicionar su esencia de mujer sino más bien haciendo uso de todas sus capacidades para potenciar su misma vocación y potenciarse como ser humano.
Esperamos que estas ideas te ayuden a sacar tus propias reflexiones sobre el verdadero significado del empoderamiento de la mujer y la forma en que este puede ayudarte a ser una mejor persona.
