El estrés es un elemento presente en la vida de todas las personas en diferente intensidad. De entrada, el término de estrés podría considerarse en un sentido negativo, sin embargo, hasta cierto punto es necesario para conservar la vida y establecer los mecanismos necesarios para alcanzar metas relevantes. Ahora bien, si nos preguntáramos si el estrés afecta de manera diferente a hombres y mujeres diríamos que sí, debido a las diferencias biológicas, hormonales y psíquicas relacionadas con las características propias de cada sexo.

Pudiéramos decir que el estrés es un elemento con el que estamos acostumbrados a vivir en la era moderna. Sin embargo, quizá se ha vuelto un tema de mayor relevancia en los últimos años, por los descubrimientos sobre sus efectos en la salud mental y física. Se sabe que el estrés ocasiona que nuestro cuerpo genere cortisol, una hormona que regula varias funciones del cuerpo pero que en exceso produce inflamación general en el organismo, altera el sistema inmune y reduce la neuroplasticidad, que es la capacidad que tiene el cerebro de adaptarse a cambios y experiencias diferentes. Si el cerebro reduce su plasticidad por el estrés, entonces seremos menos capaces de enfrentar los problemas cotidianos y los retos más grandes de la vida. En esta situación los expertos dicen que las personas pueden caer en un estado conocido como desesperanza. Y de ahí puede sobrevenir la depresión, una de las enfermedades mentales que se prevé sea de las más diagnosticadas en los próximos años [1]. 

Hasta aquí tenemos un panorama general del estrés. Quizá te preguntes, ¿y qué tanto afecta a las mujeres? De acuerdo con la Oficina para la Salud de la Mujer en el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU., las mujeres son más propensas que los hombres a experimentar síntomas de estrés [2]. La  Dra. Bernadette Dancy, experta certificada en manejo del estrés, señala: “El sistema nervioso femenino (…) parece tener una respuesta más contundente al estrés agudo y un regreso más lento a la normalidad una vez que ha pasado el factor estresante”, por lo cual es más probable que las mujeres sean más vulnerables al estrés por más tiempo [3].

Como mencionábamos en un inicio, el estrés es la forma en que reacciona tu cuerpo ante ciertas situaciones, como un peligro repentino o un desafío de larga duración, por lo que en primera instancia es algo necesario y positivo. Durante situaciones estresantes, el cuerpo libera químicos como la adrenalina, la cual genera un golpe de energía que ayuda a reaccionar ante situaciones que se presentan y a responder adecuadamente ante los eventos que provocan el estrés. Por ejemplo, si vas por la calle y de pronto escuchas que alguien grita “¡auxilio!”, una reacción inmediata es ponerse en alerta y ver si puedes ayudar a la persona que pide ayuda. Por otra parte, el estrés puede ir entre un grado leve y de corto plazo, a ser más intenso y de largo plazo. El crónico puede afectar la salud física y mental, por eso es importante que aprendamos a manejarlo [4].

Entre las principales causas de estrés en las mujeres, se encuentran las siguientes [5]:

  • Exigencia en el desarrollo profesional y laboral.
  • Atender al mismo tiempo responsabilidades relacionadas con el hogar, los hijos y el trabajo.
  • Mayores cambios hormonales que los hombres.

Un dato interesante es que las mujeres son las que padecen más estrés laboral, según el estudio “Estrés Laboral en México”, que se llevó a cabo en septiembre de 2021 por la Asociación de Internet MX y OCCMundial. De las once mil personas encuestadas para dicho estudio, el 63 por ciento dijo haber sufrido estrés laboral en los últimos 24 meses; y de ellos el 65% son mujeres [6]. 

El estrés afecta a las mujeres de las siguientes formas o síntomas [7]:

  • Dolores de cabeza y migrañas.  Cuando una persona se encuentra sometida a un estrés crónico, se pueden producir dolores de cabeza constantes debido a esa tensión. 
  • Depresión y ansiedad. En general, se ha comprobado que las mujeres son más propensas que los hombres a padecer depresión y ansiedad, trastorno por estrés postraumático, trastorno de pánico y trastorno obsesivo compulsivo. 
  • Problemas cardíacos.  
  • Malestar estomacal. La diarrea o los vómitos son comunes cuando la persona experimenta estrés a corto plazo; cuando el estrés se da en un periodo largo se puede generar el síndrome del intestino irritable (SII).
  • Obesidad. La relación entre el estrés y el aumento de peso es más común en las mujeres que en los hombres. El estrés aumenta el nivel de cortisol, lo que puede ocasionar excederse en la comida y que se almacene exceso de grasa corporal.
  • Problemas para quedar embarazada. 
  • Problemas en el ciclo menstrual. Sufrir estrés crónico puede ser causa para algunas mujeres de padecer síntomas de síndrome premenstrual (SPM) más intensos o períodos irregulares. 
  • Disminución del deseo sexual. 

Como podemos observar, el estrés afecta a las mujeres de manera distinta que a los hombres, en parte debido a que la carga de trabajo de las mujeres no solo se centra en el ámbito profesional o laboral, como generalmente sucede con los hombres, sino que abarca otras áreas, como las labores del hogar y crianza. 

¿Qué podemos hacer para prevenir el estrés? [8].

  • Respira de manera profunda unas tres veces al día. La respiración profunda correcta consiste en inflar el estómago al inspirar aire y contraerlo al expirar, lo cual relaja los diferentes nervios que pasan por el área del tórax y del abdomen.
  • Haz estiramientos para relajar los músculos y sentirte menos tensa.
  • Escribe. La atención ojo-mano ayuda a que se ejerciten distintas áreas del cerebro, concretamente aquellas que se dedican a la concentración. Además escribir desvía la energía utilizada en las áreas que generan el estrés.
  • Tómate un tiempo para ti. Encuentra actividades que te gusten, pueden ser: salir a caminar, escuchar música, cantar, leer un libro o escuchar un audiolibro mientras caminas, ver una película, etc. En otras palabras, desconéctate de las actividades de responsabilidad con actividades placenteras.
  • Duerme lo suficiente. Normalmente se requieren entre 7 y 9 horas de sueño por noche.
  • Come sano. Una buena alimentación mejora la digestión y evita los achaques que generan los abusos al consumir ciertos alimentos como azúcares, cafeína, grasas, etc. 
  • Haz ejercicio. La actividad física se recomienda para mejorar la salud en todos los ámbitos: física, mental y emocional. Ejercitas el corazón, que es un músculo, así como los músculos involucrados en la actividad que elijas, quitando la tensión.
  • Evita desfogar el estrés con acciones que perjudican tu salud. Esto incluye beber alcohol o comer en exceso, consumir drogas o fumar. 
  • Habla con amigos. Pueden ayudarte a ver tus problemas de otra forma y sugerir soluciones. 
  • Busca ayuda profesional si la necesitas. 
  • Organízate. Ser desorganizado es un signo de estrés, pero también puede generarlo. 
  • Ayuda a otras personas. Realizar tareas de voluntariado en tu comunidad puede ayudarte a hacer nuevas amistades y sentirte mejor sobre ayudar a otros.

Recuerda que el tiempo que te dediques a ti no es un tiempo egoísta, te ayudará a continuar realizando tus deberes de manera eficaz. Un ejemplo de esto es que cuando viajas en avión te dicen que en un cambio de presión debes ponerte tú primero la mascarilla de oxígeno, y después a las personas que te acompañan y que dependen de ti. Lo mismo sucede con la vida diaria, debes “salvar” los momentos que dedicas para hacer cosas que te gusten y te relajen, aunque sea unos minutos diariamente, porque ese tiempo te ayudará a “salvarte a ti” de los momentos estresantes. Dedicarte a ti misma no es un lujo o una comodidad, es una necesidad para que el estrés no te provoque alguna enfermedad crónica física o mental.

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