Ser madre de un hijo con autismo: retos y oportunidades

El 2 de abril se conmemoró el Día Mundial sobre la Concienciación del Autismo. El autismo es una condición que afecta principalmente la comunicación y socialización de las personas que lo padecen. Se conoce como “Trastorno del Espectro del Autismo” porque dentro de esa condición existen variaciones en cuanto a los niveles de gravedad y afectación. De manera que, por ejemplo, hay personas muy afectadas, es decir, que carecen en absoluto de lenguaje verbal, y personas que hablan pero de una manera no muy funcional o aceptable socialmente. Además, estas personas presentan mucha sensibilidad o muy poca en algunos de sus sentidos, depende de cada caso en particular. Puede presentarse en el sentido del olfato, auditivo, gusto, visual o táctil.

 

La información que te acabo de dar no viene tanto de una profesional en el tema, sino mi experiencia como mamá que jamás se interesó en el autismo, pero que por amor a su hijo la adquirió. Te cuento mi testimonio con la intención de que si tú tienes un hijo con autismo o con alguna discapacidad, te llenes de esperanza y sepas que no estás sola. Hay muchas más mujeres que te comprendemos y sabemos de tus luchas diarias, tus cansancios y tus temores. Y también, como muchas otras, nos pintamos el cabello y nos gustan las mismas cosas que a cualquier mujer.

 

Cuando mi hijo fue diagnosticado con autismo, aproximadamente a los tres años de edad, era lo último que me preocupaba hasta ese momento, ya que además mi hijo nació con otras condiciones médicas graves que requirieron toda mi atención. Al mes de edad fue operado del cráneo, y a los seis meses tuvo su primer ataque epiléptico al salir de otra cirugía por reflujo. Mi pregunta durante esos eventos fue “¿por qué a mí?”. Yo esperaba a un hijo “normal”, que fuera a la escuela, que jugara partidos de futbol y, obviamente, que algún día me dijera “mamá”, lo cual no ha sucedido hasta el día de hoy que tiene 14 años. Todo eso no estaba en mis planes.

 

Poco tiempo después, mi matrimonio terminó y así me quedé sin el hombro de alguien en quien me pudiera apoyar para desahogarme cuando me desbordara el desánimo. Hubo un tiempo en que me sentía triste y sin fuerzas para sacar adelante a mi hijo, y hasta me culpaba de que hubiera nacido con esa condición. Sin embargo, llegó un momento en que pensé:Si mi hijo está conmigo es porque no estaría mejor en otras manos más que en las mías”. Decidí que mi estandarte fuera la esperanza, y decidí formarme en el tema del autismo para atender mejor a mi hijo. Poco tiempo después, dejé de recibir apoyo económico, y por necesidad entré a trabajar en otras áreas muy distintas a mi carrera de abogada. Asimismo estudié otra carrera, psicología.

 

De esta manera, he tenido que combinar mis actividades de madre, profesionista, estudiante, ama de casa, trabajadora, cocinera y muchas otras facetas que sé que muchas de ustedes conocen bien. El camino no ha sido nada fácil, pero ahora que ha pasado el tiempo me he dado cuenta de que como persona y como mujer, me he desarrollado y he aprendido cosas que no hubiera explorado si no fuera por mi hijo. Descubrí capacidades en mí que jamás hubiera imaginado que tenía de no ser por mi niño. También descubrí el camino de la resiliencia.

 

Quizá antes de que naciera él, mis planes eran otros: desarrollarme profesionalmente como abogada, llevar a mi hijo a una escuela normal, seguir con mi vida y mi matrimonio, pero la vida tenía un camino muy diferente para mí. En mis manos estaba vivir lamentándome por lo que no tuve o disfrutar lo que se me presentaba en ese momento. Entonces decidí emprender esa nueva aventura no como un “castigo”, sino como un reto de amor por mi hijo. Mi niño aún no me dice mamá y no lo llevo a la escuela regular, o a los partidos de futbol, pero su sonrisa y su ternura no las cambio por nada. Puede ser que haya renunciado a una exitosa carrera de abogada por atender las necesidades de mi hijo, pero la satisfacción de sus pequeños logros tampoco los cambio por nada. Además, si no hubiera sido por él, no hubiera estudiado la carrera de psicología, la cual me apasiona.

 

Ciertamente, las cosas no han sido como yo las soñé, pero pienso que el mayor desarrollo que un ser humano puede tener, no es cuando las cosas salen exactamente como uno las planea, sino saber adaptarse a las nuevas o diferentes oportunidades que te ofrece la vida, y descubrir los regalos de una aventura diferente. Si eres una mujer trabajadora y con un hijo especial, cabeza de familia o cualquier otra circunstancia difícil para ti, quiero decirte que te admiro, y que tu valentía pone el ejemplo a muchas personas que tal vez no te lo digan pero lo piensan.

 

Mis recomendaciones para ti, mujer, que pasas por alguna situación difícil o retadora son estas:

 

  • Mantén en alto la esperanza. Mientras haya vida, hay esperanza. La vida no se acaba hasta que dejas de existir, antes no.
  • No te des por vencida nunca porque no sabrías si en la siguiente ocasión lograrás lo que te propones o llegará lo que esperas.
  • Recuerda que las cosas “malas” que te suceden son oportunidades que la vida te pone (o Dios, si tienes fe) para que crezcas y te desarrolles como persona, y que probablemente no tendrías si no te sucedieran esas cosas.
  • Tu vida es inspiración y ejemplo para muchas personas aunque no te des cuenta.

 

Mi admiración y respeto a todas ustedes que me leen, mujeres valientes y hermosas.

 

Mónica, colaboradora de Un Día Por Todas.

 

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